Traicionemos a la traición

Sempiterno cigarrillo que en boca arrugada humeabas, parecía que nunca te ibas a estinguir y sorprendiéndonos a todos,finalmente lo hiciste. Descansa camarada Carrillo, enterramos tu cuerpo en 2012, junto a tu espíritu comunista y revolucionario, muerto en el exilio.



¿Lloramos al traidor?

Un feretro abierto, bañado por la bella bandera, como dicen los rusos, recibe en Madrid los inmerecidos puños en alto de revolucionarios, y no tan revolucionarios, que sienten la deuda contraida con el Carrillo anti-fascista de la II República. Y mientras la hoz y el martillo hondean, una vez más, a diestra y siniestra del revisionista, los burgueses van a despedir a su infiltrado en la clase obrera, como esperando que resucite para apagar los fuegos revolucionarios que enciende hoy la crisis, como ya hiciera en 1975. No te lloramos Carrillo, no te lloramos. Lloramos a Grimau, lloramos a los maquis y a los milicianos. Lloramos a la clase revolucionaria, que debido a tu inoperancia y revisionismo, yace en las cunetas de las carreteras, impasibles al paso del tiempo. Mientras, en Madrid, aquella Madrid que, junto a las juventudes, como buen comunista defendiste hace 80 años, tu feretro descansa. No en un Madrid revolucionario, no en un Madrid republicano, sino en un Madrid burgués. Ese es tu legado. Lo que pudo ser y no haber sido. Traidor eres y como tal te recordaremos.

Sólo falta ver lo que muestra la televisión burguesa. Sólo falta oír lo que dicen periodistas mercenarios. Sólo falta leer lo que los periódicos, usando tinta y veneno, publican. Sólo falta, leer a camaradas intentar defenderte, intentar defender lo indefendible y fracasar. Con un disfraz llegaste al país, intentando ocultar que eras comunista, y con un disfraz te vas, intentando ocultar que no lo eres. Por la aceptación sistemática del sistema capitalista heredero de ese fascismo contra el que vehemente luchaste durante tu juventud traicionaste a la clase obrera. Traicionaste al partido obrero. Aceptaste la bandera del enemigo, aceptaste la negación de la democracia, aceptaste el dictado de los mercados, ¿por qué? ¿Para que legalizaran tu querido PCE? Haces más fácil la crítica al eurocomunismo, al revisionismo. ¿Qué diría Antonio Gramsci, muerto en la cárcel como nuestro querido Miguel Hernández, si viera la traición al comunismo que has prepretado? ¿Qué diría Enrico Berlinguer? ¿Que diría el "camarada Stalin" al que humildemente servías junto a la pasionaria en el 36 y que tan fieramente criticaste en el exilio?

En 1955 cuando proponías la "reconciliación nacional" para buscar el perdón del caudillo por el horrendo crimen de defender al obrero dejaste clara tu intención, dejaste clara tu posición. Y dando la mano a enemigos del proletariado, dando la mano a enemigos del pueblo, firmaste la sentencia de muerte del comunismo español, para fundar el estado burgués que hoy te llora y te llama "padre de la democracia". Qué equivados están, pues eres el padre de la dictadura, de la dictadura del mercado, del Estado burgués, del heredero del fascismo que cambiándose la careta rige hoy. Que te llore España, Carrillo. Que te lloren los "demócratas". Que te lloren burgueses, fascistas del PP, traidores como tú del PSOE. No hay lágrimas que se comparen, a las derramadas por los comunistas, que gustosamente traicionaste.

¡A tu salud, traidor! ¡Te recordaremos, como ejemplo del camino a no seguir!